- Seleccionar al personaje. Esta puede ser tarea del propio periodista o del director de la publicación para quien trabaje.
Quién decida la indentidad del entrevistado es clave para el posterior desarrollo y enfoque de la entrevista, ya que esta será personal o profesional según la relación entre los interlocutores.
- Recopilar información. Independientemente del enfoque dado, que el entrevistador esté bien informado es clave tanto por respeto hacia el sujeto entrevistado, como hacia los propios lectores ya que este hecho influye en la calidad de las preguntas y, por lo tanto, en el interés de las mismas.
- Preguntas. Suele ser en este aspecto en el que se distingue al buen entrevistador del mediocre. Este último llevará preparada una batería de preguntas poco interesantes (normalmente, dicha falta de interés se relaciona con la falta de información mencionada anteriormente) y las vomitará a su interlocutor de una forma monótona, casi robótica.
En cambio, el buen entrevistador ( Juan Cruz personaliza en su artículo este concepto en la figura de Rosa Montero) plantea la entrevista como una conversación, un viaje hacia la, generalmente, compleja mente del sujeto entrevistado haciendo uso de un cuestionario abierto, preparado previamente en base a la información recogida pero valiéndose del fluir de la espontaneidad como principal recurso para reflejar la verdadera personalidad del entrevistado y ofrecer al público un material distinto e interesante.
El volumen Las grandes entrevistas de la historia (1997) es, según Juan Cruz, una suerte de Biblia de la Entrevista, como género en sí mismo. En dicho libro se compilan encuentros con grandes personajes, destacando entre ellos el autor Mark Twain, entrevistado por un enloquecido y ferviente fan, Rudyard Kipling que, según narra el mismo, casi llegó a robarle la pipa.
Dicha entrevista plagada de anécdotas como la mencionada, muestra un cierto carácter literario en este género en vez de una simple retahíla de preguntas y respuestas, un proceso sistematizado presentado a lector sin ningún tipo de contextualización. Cruz cita textualmente en su artículo cómo Kipling introduce la figura de Twain desde su más profunda admiración, trasladando al lector al ambiente que él mismo respiraba durante el encuentro y describiendo al escritor con un leguaje poético, como quién describe a un personaje de ficción.
Volviendo a la recopilación de entrevistas citada anteriormente, fue publicada por Christopher Sylvester. Según su criterio, la primera entrevista de la historia moderna y la que aúna todas las características claves del género es la que Horace Greeley le realizó a Brighman Young, líder mormón. Este encuentro, una vez traducido al papel, contiene la presentación del personaje o entradilla, el retrato del mismo, cómo lo encuentra el periodista y con quién entre otras piezas fundamentales. Con preguntas simples y directas Greeley consigue cautivar al lector creando una pieza que servirá de modelo para futuros periodistas.
Como conclusión, dejando a un lado tanto el ejemplo de Kipling como el de Greeley, Juan Cruz deja clara la idea de que la entrevista es un género propio, con características únicas y grandes publicaciones y obras canónicas que lo representan al mismo nivel que la narrativa o la lírica.
A continuación adjunto un listado de links de, a mi juicio, tres buenos ejemplos de entrevistas.
Entrevista de Jordi Évole a Jose Luis Sampedro.
https://www.youtube.com/watch?v=ANvhGRT7EMk
Entrevista personal de Ana María Boix a Ana María Matute
https://www.youtube.com/watch?v=-McsVarZKQA
Entrevista a Julio Cortázar en el programa "A fondo"
https://www.youtube.com/watch?v=_FDRIPMKHQg
Entrevista de Jordi Évole a Jose Luis Sampedro.
https://www.youtube.com/watch?v=ANvhGRT7EMk
Entrevista personal de Ana María Boix a Ana María Matute
https://www.youtube.com/watch?v=-McsVarZKQA
Entrevista a Julio Cortázar en el programa "A fondo"
https://www.youtube.com/watch?v=_FDRIPMKHQg
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