lunes, 9 de febrero de 2015

Reflexión sobre la entrevista. El Caballero Audaz conversa con Jacinto Benavente.

Como si de una novela se tratase, una voz narrativa en primera persona nos presenta a un educado y modesto anfitrión, Jacinto Benavente que, desde el primer momento, se une al juego del entrevistador, el Caballero Audaz, un intercambio de preguntas y respuestas, no tan inocentes, las cuales el entrevistado sobrelleva con naturalidad.

En dicha introducción encontramos elementos de carácter literario, siendo estos prueba de la estrecha relación entre el Periodismo y la Literatura mencionada en entradas anteriores de este blog. A una descripción del espacio de la entrevista le sigue una detallada revisión del aspecto físico y emocional del escritor. Tras romper el hielo bromeando sobre el tamaño de los puros y la altura de los interlocutores, comienza la batería de preguntas. El Caballero Audaz, haciendo honor a su nombre, empieza preguntando a Benavente sobre aspectos personales, es decir preguntas biográficas. Tras hablar de su lugar de nacimiento, sus inicios en el mundo de la literatura y sus primeros trabajos, la conversación se torna más personal. Benavente revela que no es dado a asistir a estrenos de sus obras ya que no los disfruta pero se indigna cuando su interlocutor insinúa que su aspecto y su forma de referirse a sus creaciones indican que no se molesta mucho en meditar sobre ellas y aclara que la realidad es todo lo contrario.

Avanza la conversación y continúa el entrevistador por el sendero de lo personal. Preguntas sobre las horas que duerme al día, sobre la influencia de la realidad en sus obras o sobre sus hábitos de escritura se suceden hasta que las producciones de Benavente vuelven a salir a la palestra. Cita "Señora ama" como su creación predilecta y "La mal querida" como la más aplaudida junto con "Ciudad alegre" Tras este breve descanso de cuestiones relacionadas con el trabajo del autor, el Caballero Audaz vuelve a la carga con preguntas personales, en este caso tocantes a las ganancias del entrevistado. Este tipo de preguntas, poco frecuentes en la época, eran las favoritas de los lectores precisamente por ser inusuales y en cierto grado morbosas. Durante el resto de la entrevista Benavente se muestra modesto y en ocasiones parco en palabras cuando las preguntas se tornan sensibles. Su ironía sale a relucir cuando el entrevistador saca el a relucir su enemistad con  Pérez de Ayala y la publicación España. Mostrándose impasible hacia ambos temas, responde de forma cortés e irónica refiriéndose a Pérez de Ayala como "muchacho" y explicando brevemente y sin concederle gran importancia sus problemas con la citada revista.

Finalmente, tras hablar de sus fracasos, de sus artistas predilectos y de sus próximos proyectos sale, por primera vez, a relucir el carácter jocoso del sujeto entrevistado mientras, divertido, cuenta un incidente que involucra a su cocinera y una mujer que en uno de sus estrenos tuvo la imprudencia de comentar el escuálido aspecto del dramaturgo con terrible reacción de la primera.

En conclusión esta entrevista es un claro ejemplo, como antes se ha repetido, de la proximidad y, en ocasiones, fusión de los conceptos de entrevista y literatura, y es también una novedad para la época debido a sus preguntas atrevidas y audaces al nivel de las respuestas del entrevistado.

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